
En plena vorágine por la actitud de Piqué durante el referéndum de Cataluña, Ramos no evitó al central catalán y demostró a todos los aficionados que la política no debe empañar el fútbol.
Ramos y Piqué dieron un ejemplo de convivencia, exhibiendo la gran relación que manifestaron en sala de prensa en el césped del Rico Pérez.
Aunque los pitos y los aplausos tronaron cada vez que el catalán tocó el balón, el andaluz mantuvo su ritual de cada partido y no dudó en abrazar a su compañero de la Selección Española.